domingo, 8 de agosto de 2010

¡¡¡Se viene la stag-ag-flation! !!

por Emmanuel Agis

Parece que hace un tiempo se elaboró un interesante informe sobre el efecto de las retenciones sobre el salario real, la pobreza y la indigencia. Me permito recomendarlo básicamente porque sus autores son la Sociedad Rural Argentina y Confederaciones Rurales Argentina!

Acá la nota:




Claro que los muchachos tienen mucha conciencia social y ya elaboraron una novedosa teoría que demuestra que incluso con semejante aumento de la pobreza y la indigencia, la eliminación de las retenciones tendría unos efectos positivos de la ostia, gracias al "efecto derrame".



Una respuesta bastante cortita de mi parte, acá:



Además, como para que no nos vayamos a sorprender de la inminente aceleración de la inflación, empecemos a tomar en cuenta el "efecto-Rusia" en el mercado internacional de trigo, cuyo precio internacional ya subió 61% en los últimos 2 meses.



En conclusión, si los astros se alinean como hasta ahora, vamos a tener una economía con: menor salario real, mayor pobreza e indigencia y mayor inflación. En síntesis, si uno quiere una receta infalible para generar un equilibrio estanflacionario, no tiene más que bajar las retenciones en un contexto de suba de los precios internacionales. Friedman y Phelps estarían chochos. No hacía falta romperse el coco con las expectativas, bastaba con tener teóricos como los nuestros.

lunes, 2 de agosto de 2010

Por el fifty/fifty

Les dejo esta nota que me parece interesante para el debate con algunos puntos de vista a considerar:

"...el freno a la distribución de la riqueza tiene que ver con la determinación de la estructura productiva, si es más especializada en la renta -agropecuaria, petrolera, minera-, es más inequitativa"... "Todos los sectores productivos son competitivos y rentables si incorporan mayor valor agregado. Y frente a una demanda de más ingenieros, técnicos, se necesitan políticas sociales. La asignación universal que se mantiene atada a que los chicos vayan a la escuela, recupera el nivel educativo que se perdió por políticas de abandono". Ivan Heyn

"El principal instrumento de redistribución del ingreso es el sistema tributario. En la Argentina, más que impuestos tenemos peajes que es como yo llamo a los gravámenes indirectos, que son independientes de la capacidad contributiva. A los Estados les gusta cazar en el zoológico y por eso espera al contribuyente en la caja del supermercado para cobrarle el mismo IVA a un multimillonario que a un villero. O el mismo impuesto al cheque a la multinacional que al tallercito de barrio" Terragno.

"la gran distribución del ingreso se hizo desde la salida de la crisis hasta que se aceleró la inflación en 2007. Hasta allí, fue el mejor momento de Kirchner . La distribución mejoró tanto por la vía de los precios por el salario real, como por la vía de cantidades por la disminución del desempleo"..."después de cada crisis, la distribución del ingreso mejora mucho y eso ocurre así desde hace décadas: un primer brusco empeoramiento es seguido de una mejora en los años siguientes. Kirchner no inventó nada y realizó la mejora distributiva que obedece al modelo edificado por Eduardo Duhalde y Roberto Lavagna" Salvatore........

domingo, 25 de julio de 2010

Cerebro

Un viajero se dirige a una isla habitada únicamente por caníbales y se sorprende al ver la lista de precios exhibida en una carnicería:

- Cerebro de artista $ 999/kg

- Cerebro de filósofo $ 1299/kg

- Cerebro de físico $ 1699/kg

- Cerebro de economista $ 2299/kg

El viajero deduce que por su mayor precio el cerebro de economista debe ser el más deseado y se lo comenta al dueño. “¡Está loco! –responde el carnicero–. ¿Sabe usted cuántos economistas tiene uno que cazar para conseguir un kilogramo de cerebro?”

Fuente

jueves, 15 de julio de 2010

SEMINARIO DE ECONOMÍA POSTKEYNESIANA Y HETERODOXA


PROGRAM

FREE ADMISSION

Pre-registration at:
www.fce.unal.edu.co/regis


Further details at:

www.fce.unal.edu.co/post-keynesian
macropolis@gmail.com

(57-1) 316 500 ext. 12308

Logo final bicentenario pie pagina

Carrera 30 No. 45-03, FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS, Edificio 238 Piso 1, Aula No. 6

Conmutador: (57-1) 316 5000 Ext. 12308

Correo electrónico: comunica_fcebog@unal.edu.co / Bogotá, Colombia, Sur América

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viernes, 2 de julio de 2010

El Impacto de la Asignación Universal por Hijo en Argentina


Recientemente el Instituto de Estudios y Formación de la CTA elaboró un documento titulado “Bicentenario sin Hambre – Evaluación del Programa ‘Asignación Universal por Hijo para la Protección Social’ en sus primeros 4 meses de Implementación”. En el informe fue elaborado por Ana Rameri, Agustina Haimovich y Mora Straschnoy y coordinado por los economistas Claudio Lozano y Tomás Raffo (http://buenosairespt.org.ar/documentos/Doc%20asignaci%C3%B3n%20universal.pdf). Al respecto, es interesante analizar algunos argumentos del informe que entendemos son erróneos. Pasamos a detallar los mismos.

El informe argumenta que la AUH se encuentra lejos de ser universal, puesto que la medida deja afuera a casi un tercio de los menores, unos 2,8 millones de niños. En el informe se supone, sobre la base de una estimación, que existen un total 13,6 millones de menores de 18 años. Acá, la fuente de la estimación:

http://www.indec.mecon.ar/

(Pestaña Población – Proyecciones y Estimaciones – Por Provincia. El documento es “Proyecciones provinciales de población por sexo y grupos de edad 2001-2015)

Para que no queden dudas, se incluye a continuación el cuadro de referencia (pg.21 del citado documento):

Cuadro 2. Población por sexo y grupos quinquenales de edad, para cada una de las provincias.

Total del país

(click sobre la imagen para agrandar)


Como verán, si suman las franjas 0-4, 5-9, 10-14 y 15-19 obtienen 13.605.870 “niños”. Esta es la fuente de información utilizada para el cálculo. El problema radica en que aquí se incluyen “niños” que no sería sujeto de beneficio. Es decir, todos los “niños” con 18 y 19 años cumplidos no son sujetos del beneficio. Por lo tanto, el dato del total de niños está sobre-estimado.

Sin embargo, la apertura censal para realizar estos cálculos se encuentra disponible con una apertura por tramos de 5 años. El último de estos tramos que sería utilizado para realizar el cálculo va de 15 a 19 años inclusive. De aquí surge el primer error del trabajo, que invalida todas las consideraciones posteriores respecto del grado de universalidad o alcance de la medida: se incluye a “menores” con 18 años cumplidos y con 19, cuando lo correcto es incluir a todos los menores que tengan entre 0 y 17 años inclusive.

Si de los 13,6 millones de niños se depuran los de 18 y 19 años (en base a la información del censo para 2001, que sí está por año) la cifra correcta es de 12,2 millones de menores, 1,4 millones menos que lo que dice el informe. Si suponemos que esos 1,4 millones se encuentran distribuidos aleatoriamente entre los hogares con trabajadores informales, cerca del 40% tienen ingresos del jefe más elevados que $ 1.500. Por tanto, quedarían sin cubrir unos 800.000 menores de bajos ingresos. Esto es grave, de más está decirlo, pero también hay que decir que 800.000 es muy distinto que 2.800.000.

Es decir, cuando las cuentas se hacen de manera correcta, el porcentaje de niños de bajos ingresos cubiertos asciende al 93%.

Otro de los puntos discutibles del trabajo es que minimiza el impacto de la AUH sobre la indigencia. Según el informe,

La instrumentación de la asignación ha permitido que la tasa se reduzca al 12%. En este marco la inflación ha elevado la tasa al 13,2%"

En el documento que elaboramos en conjunto con Carlos Cañete y Demián Panigo (http://www.ceil-piette.gov.ar/docpub/documentos/AUH_en_Argentina.pdf) realizamos el cálculo para indigencia utilizando el promedio de los organismos de estadísticas provinciales que publican regularmente este tipo de información (disponible acá: http://cenda.org.ar/). Al momento de realizar el estudio y con la información disponible, la divergencia entre el IPC-7 provincias y el IPB-GBA era de alrededor de 35% a favor del primero. Como precaución utilizamos un deflactor que fuera un 50% más alto que el IPC-GBA, no sólo para despejar cualquier tipo de controversia en torno a la utilización de información provenientes de consultoras, sino además para que la información no perdiera vigencia a la fecha de publicación del estudio.

Sobre esta base, los resultados en materia de pobreza e indigencia y de la estimación del impacto de la AUH son los que siguen:

Categoría

Antes de AUH

(%)

Luego de AUH

(%)

Variación

(%)

Pobreza

26,0

22,6

-13,1

Indigencia

7,5

3,4

-54,7

Además, de acuerdo a nuestras estimaciones (que fueron realizadas sobre una base de 3,5 beneficiarios, cuando en la actualidad son 3,7) el gasto en la AUH representa un 0,6% del PIB y un 1% del Consumo. Sobre la base de estimaciones econométricas, calculamos que el efecto total sobre el PIB podría implicar entre 1,2 y 2,1 puntos porcentuales de crecimiento adicionales por la sola aplicación de esta medida.

En definitiva, damos la bienvenida a las discusiones asociadas a la AUH. Pero, sin embargo, entendemos que es central que esas discusiones se elaboran sobre la base de información verídica y que los análisis tenga un mínimo carácter científico. De lo contrario, poco es lo que nosotros, los economistas, podemos aportar a este tipo de cuestiones.

Emmanuel Agis.

El 82% movil???

Estimados,

Para los que no estén en tema, les cuento que se está discutiendo la posibilidad de ajustar la jubilación mínima al 82% del salario mínimo, vital y móvil.

Los que quieran interiorizarse sobre el tema, pueden consultar estas dos notas:



Vaya, paradoja, pareciera ser que están todos de acuerdo, tanto gobierno como así también oposición-que-no-ocupa-un-cargo-parlamentario (Artana, por ejemplo). Nuestro colega Elemaco también se pronuncia en contra acá:


Los argumentos, son varios. El primero es que no hay recursos. El segundo (más interesante para discutir) es que el sistema no es sostenible con el 82% móvil, básicamente por la relación activos / pasivos, el alto grado de informalidad laboral y evasión impositiva, etc.

Obvio que siempre existen algunas visiones alternativas:


Yo recuerdo haber leído algunas cosas buenas de autores italianos respecto de fondos de pensión. Estuve buscando los papers pero no los encuentro. Si alguno se acuerda más o menos las referencias, se agradece.

Me parece un lindo tema para debatir desde el punto de vista de las finanzas funcionales. Según dicen, el proyecto implicaría mayores gastos por un monto de $ 40.000 millones al año, lo cual son algo así como 3 p.p. del PIB. Además, pondría las cuentas de la ANSES en rojo, con un déficit de alrededor de -2%.

Claro que estas son cuentas "de almacenero". Nadie estima aumento de la recaudación derivado ni efecto multiplicador. Igualmente, es cierto que si uno piensa que el principal problema de sostenibilidad es la baja relación activos / pasivos y el alto grado de informalidad de la economía, es cierto que el multiplicador debería considerar estas "filtraciones" (más la parte del gasto que se iría a importaciones).

Pero bueno, la pregunta es la de siempre ¿Puede subir el gasto y eso generar mayor recaudación y hacer que el sistema sea sostenible? ¿O este impulso de demanda agregada pone al sistema previsional y a la economía toda en riesgo?

Yo estoy leyendo, así que me reservo las respuestas para cuando tenga mis argumentos más elaborados.

Stes.

Emmanuel Agis.

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miércoles, 30 de junio de 2010

El G-8 no cumple sus promesas

Al organizar la Cumbre de 2010 del G-8, en el que participan las principales economías (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia, el Reino Unido y los Estados Unidos), el primer ministro canadiense, Stephen Harper, hizo un llamado para que fuera una "cumbre de rendición de cuentas", para que el G-8 asumiera la responsabilidad por las promesas que ha hecho a lo largo de los años. Hagamos, pues, nuestro propio balance de la actuación del G-8. La respuesta es, lamentablemente, una calificación de reprobado. Este año, el G-8 ilustra la diferencia entre la pose para la foto y la gobernanza global seria.

Click ACÁ para continuar con la columna de Jeffry D. Sachs.

Rolando Astarita echado de la FCE

Gente,

Les dejo a continuación, la carta de Rolando Astarita sobre como fue echado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

Nuestra solidaridad con Rolo y esperamos que se resuelva este conflicto rápidamente de manera que los alumnos no pierdan la oportunidad de estudiar enfoques alternativos al del mainstream.

Carta:

Con este texto quiero informarles que fui echado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, donde dictaba un curso de Desarrollo Económico desde el segundo cuatrimestre de 2005. En mi recibo de sueldo de marzo de 2010 figuraba con el cargo de Profesor Adjunto Interino Dedicación Parcial. Éste fue el último mes que cobré, porque a partir de ahí la Facultad no renovó mi designación. Nadie me informó de esta decisión, ni me dio razón alguna de ella. Debido a una confusión en la administració n de mis cuentas personales (paradójica para alguien que estudia el capital), tardé en darme cuenta del problema. Finalmente el lunes pasado, y ante mi consulta, una empleada me explicó que desde marzo no figuro en la plantilla de docentes de la Facultad, porque mi designación no fue renovada. En una palabra, fui despedido, sin aviso.
Quisiera contextualizar brevemente este despido. Mi ingreso a la FCE fue conflictivo. Al parecer, y debido a que no tengo títulos académicos, el Consejo Superior encontraba extraordinariamente peligrosa, para la salud mental de los alumnos y de la ciencia, mi designación. La misma finalmente se produjo por apoyo del Departamento de Economía, de docentes, del sindicato y agrupaciones estudiantiles, y también, según me informaron, del entonces decano de la FCE. Aunque siempre con trabas. En una primera instancia –y cuando ya estaba al frente del curso– el Consejo Superior me nombró Docente Libre, sin salario. Planteé que si no cobraba, me iba de la facultad. Entonces me nombraron Docente Libre, con salario. Pero esto duró poco, porque en 2006 la Facultad no renovó mi designación. Como sucede ahora, tampoco en esa oportunidad me avisaron, ni me dieron razones. Los estudiantes, al enterarse, juntaron firmas –creo recordar que fueron más de 400– exigiendo que se confirmara mi nombramiento, y se me diera el salario correspondiente. Las autoridades del Departamento de Economía, finalmente, me explicaron que se había tratado de un error administrativo; y prometieron que me pagarían los meses que había dejado de cobrar. Al plantearles que de todas maneras sentía que estaba en una situación de extrema precariedad, me aseguraron que no era así, y que las cosas estaban regularizadas. Jamás cobré lo adeudado.
En los años que siguieron el curso de Desarrollo Económico que dicté junto a mis cuatro ayudantes, no fue cuestionado por las autoridades de la Carrera, ni por los estudiantes. En las encuestas que realiza el Departamento de Economía, y según me han informado, nunca salió mal parado. Varios alumnos me han manifestado que aprecian el hecho de que les ha ayudado a entender enfoques alternativos a los de la economía neoclásica dominante. También he dado clases en el Seminario sobre Mercados de Capitales, en la cátedra del profesor Nicolás Salvatore, que pertenece a la dirección de la Carrera. No tuve críticas por este desempeño, sino más bien lo contrario.
Dados estos antecedentes, ahora he planteado a la Dirección del Departamento de Economía que, en caso de que me vuelvan a nombrar, solo daré clases en el segundo cuatrimestre si antes de su inicio se me paga todo lo adeudado.
Sin embargo, esto no basta, porque necesito acabar con la situación de precariedad laboral en que me ha puesto la Facultad. No estoy dispuesto a seguir tolerando este maltrato y prepotencia. No puede ser que la Facultad eche a uno de sus empleados sin siquiera avisarle, o darle una razón de por qué lo hace. Tampoco es admisible que nadie se haga responsable. Esto no sucede ni en una empresa privada. Tampoco es posible que cada poco tiempo deba pasar por esta situación. No admito que ahora vengan a decir que se trató del error de un empleado.
Por lo tanto también exijo que se explique públicamente quién, o quiénes, tomaron esta decisión; y por qué razones lo hicieron. Es un mínimo requisito que debiera cumplirse en una Universidad que se pretende abierta, pluralista y transparente. Es también una condición para sentir que dejo de estar en la precariedad laboral.
En estos momentos muchos alumnos me están haciendo llegar su respaldo, e incluso su indignación ante lo sucedido. También lo están haciendo colegas docentes. Desde el exterior, docentes que se están enterando de mi despido de la FCE de Buenos Aires, preguntan si esto se debe a persecución ideológica, dadas mis ideas críticas de la economía neoclásica. Un buen número de estudiantes me ha manifestado su preocupación porque piensan que se está cerrando una cátedra que propone enfoques alternativos, y críticos, de los dominantes. Algunos se preguntan cuáles son los alcances reales de la proclamada apertura ideológica en la Carrera de Economía de la FCE.
A todos ellos, les estoy infinitamente agradecido por su solidaridad, comprensión y apoyo.
Rolando Astarita
30 de junio de 2010

miércoles, 23 de junio de 2010

Piero Sraffa


A 50 AÑOS DE PRODUCCION DE MERCANCIAS POR MEDIO DE MERCANCIAS


Molesto e inquietante
En la teoría económica está llegando la hora de revertir la herencia del neoliberalismo que tanto daño le ha hecho a la sociedad mundial. El libro de Piero Sraffa es un sendero adecuado para esa tarea.




Por Eduardo Crespo * y Andres Lazzarini **

Se cumplen 50 años de la publicación del libro de Piero Sraffa (Turín, 1898 - Cambridge, 1983) Producción de mercancías por medio de mercancías. A pesar de que cuenta con tan sólo 99 páginas, en el prólogo Sraffa deja entrever que su elaboración demandó 30 años de trabajo. Años después, Samuelson confesaría que necesitó otros tantos para entenderlo. Por este motivo, sintetizar su contenido en unas pocas líneas no es una tarea sencilla. No obstante, la validez e importancia de sus ideas motivan a hacer el intento. ¿Qué muestra Sraffa en ese libro? ¿Cuál es el secreto de ese texto hermético?

Para comprender su contenido, quizá sea necesario saber que el trabajo parte de la obra de los economistas clásicos, y en particular de la forma en que éstos pensaban la distribución del ingreso.

Los orígenes del libro se remontan a los años ‘20, cuando Sraffa revisó el método del “equilibrio parcial” de Marshall, que había utilizado en sus artículos (1925, 1926). Poco tiempo después, Sraffa decididamente cambia de rumbo y “redescubre” a los economistas clásicos (Petty, Quesnay, Smith, Ricardo, Marx). Entonces redescubre la teoría clásica del excedente, derivada de la noción de los costos materiales de producción. Esta noción de costos se contrapone frontalmente con aquella noción subjetiva presentada por Marshall, basada en los “sacrificios” y la “(des)utilidad”. Sraffa argumentaba que el concepto de excedente se puede encontrar en todos los autores clásicos (notoriamente en Petty y Quesnay) y, lo que es más importante, implica pensar la distribución del ingreso con herramientas distintas a las conocidas funciones de oferta y demanda por factores. Es en este punto donde radica su principal ruptura con la teoría marginalista dominante.

Esta idea es central para entender su libro. Dado que la distribución del ingreso se explica como lo hacían los autores clásicos y no al modo marginalista, su teoría de los precios es abierta a varios tipos de análisis y resulta compatible con muchas posibilidades teóricas. Dicho en lenguaje de economista: “admite distintos cierres”. En particular, la teoría de la distribución de Sraffa es perfectamente compatible con la teoría keynesiana de la producción y del empleo basada en la demanda efectiva. Esto no ocurre en el marginalismo, donde se deben hacer malabarismos para incorporar los aportes de Keynes. Y el motivo es simple: para la teoría marginalista, el pleno empleo constituye la posición normal, el punto hacia el cual el sistema tiende naturalmente. Pero esto es irreconciliable con el enfoque keynesiano, ya que la demanda efectiva presupone la existencia de desempleo. En la teoría clásica de la distribución, por el contrario, lo normal es la existencia de un “ejército de desocupados” y no existe mecanismo alguno que tienda a llevar a la economía a una situación de escasez.

Sraffa determina un sistema de precios partiendo de las condiciones de producción y de la teoría de la distribución heredada de los clásicos. Lo distintivo de esta teoría es que los precios reflejan las condiciones de producción y distribución reinantes en una determinada economía y no la supuesta escasez relativa de factores, como en el marginalismo. Pero el lector atento podrá apreciar también la parte crítica del libro. En efecto, de su teoría de precios y elección de técnicas se deduce que el principio de sustitución de los factores, sobre el que se construye el edificio de la economía marginalista, está irremediablemente infundado. En otras palabras, Sraffa demuestra que la explicación de la distribución del ingreso basada en las conocidas curvas de oferta y demanda por factores no se sostiene en términos lógicos. Ahora bien, si se tiene en cuenta que la teoría marginalista se edifica sobre la teoría de la distribución, a tal punto que en ella el intercambio de productos constituye un intercambio indirecto de “factores de producción”, la crítica de Sraffa demuele todo el edificio marginalista sin excepciones.

Puede parecer paradójico, pero cincuenta años después de publicado el libro de Sraffa, la teoría marginalista sigue siendo dominante tanto en la enseñanza como en los criterios que inspiran la política económica. Inmediatamente después del vendaval desatado a partir de Cambridge en los años ‘60, el clima político mundial cambió notablemente. Primero en Inglaterra y luego en EE.UU. surgió el conservadurismo ultramontano de Thatcher y Reagan, por no hablar del impacto de los Videlas y Pinochets en otras regiones del mundo. Aunque los defensores del marginalismo no ganaron ninguna batalla teórica, acompañaron la ola ideológica del momento y se consolidaron en la academia y en los principales puestos de ejecución política. Sin embargo, más allá de su popularidad y del reconocimiento oficial, los defectos e inconsistencias del marginalismo no han desaparecido. Siguen donde estaban, vivitos y coleando, y se tornan cada vez más evidentes ante los errores de diagnóstico, las predicciones sistemáticamente equivocadas y las sugerencias desastrosas en materia de política económica. Si pudieran explicar adecuadamente los fenómenos económicos y ofrecieran recetas exitosas ante los crecientes problemas que nos aquejan, la causa de los autores surgidos de la tradición de Cambridge estaría fatalmente perdida. Pero como esto no sucede, los muertos, como Sraffa, reaparecen como fantasmas cada día más molestos e inquietantes. Quizás en la teoría económica también esté llegando la hora de revertir la herencia del neoliberalismo que tanto daño le ha hecho a la sociedad mundial.

* Profesor de la Universidad Federal Fluminense de Río de Janeiro, Brasil.

** Profesor de la Universidad de Alicante, España.
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martes, 22 de junio de 2010

La inflación y sus causas

Posteamos el reportaje a Eduardo Crespo, economista de Inflación Heterodoxa, en La Opinión de Rafaela.

Por Horacio J. Garetto (Rafaela)

1- ¿Cuál es su teoría de la inflación Lic. Crespo?

La teoría de la inflación que yo defiendo tiene varias raíces y orígenes. Sus raíces están en Tooke en su debate con los seguidores de Ricardo. Es decir, en el debate entre la currency school y la banking school en Inglaterra. Ahí se formula, en una forma ya bastante detallada, la concepción de la moneda endógena. Después, en la Alemania de post-guerra también apareció una cantidad de economistas que interpretaron el fenómeno hiperinflacionario a partir de una lectura no monetaria, sino a partir de los problemas de balance de pagos provocados por las indemnizaciones de guerra unidos a los conflictos distributivos. Y esta lectura se entronca con las principales visiones estructuralistas latinoamericanas sobre el tema que también colocan, entre otras cosas, a la restricción externa y los conflictos distributivos como causas del fenómeno inflacionario.
Con relación a las tradiciones teóricas hay algo sobre esta orientación en Keynes y fundamentalmente Kalecki. Otros, como Sylos Labini en Italia y Rowthorn en Cambridge afinaron bastante el enfoque. Después, en otros ámbitos, como la PUC de Rio de Janeiro esas ideas se refinaron a un nivel aún mayor. Yo en particular estoy en un grupo que incorpora a este enfoque los análisis Pivetti (siguiendo a Sraffa) sobre los impactos de la tasa de interés en la distribución del ingreso, y la visión del crecimiento liderado por la demanda en el análisis de las cantidades.
Habría mucho para decir.
Pero se pueden sintetizar en los siguientes puntos:
1) La inflación no responde a un exceso de demanda en el mercado de bienes.
2) La inflación no refleja, como en el análisis marginalista, escasez en el mercado de factores.
3) Una suba inicial del nivel de precios puede originarse en cualquier modificación exógena, sea una devaluación, un tarifazo, etc. Pero para que dicha suba se traduzca en un aumento sistemático y sostenido de los precios, es decir, en inflación, tiene que existir resistencia distributiva. Es decir, los sectores involucrados, sean trabajadores y capitalistas, distintos grupos de trabajadores, etc., no quieren absorber la pérdida provocada por el shock inicial. Y es esto lo que provoca la inercia inflacionaria.
4) Esta lectura de la inflación requiere que el stock total de moneda tenga al menos una cierta dinámica endógena.
5) De aquí no se desprende que la demanda agregada no pueda influir sobre la inflación. Lo hará en la medida que pueda ejercer una influencia indirecta en el conflicto distributivo. Pero dicha influencia no es sistemática. De modo que no se pueden extraer conclusiones totalmente generales.
6) En este marco es clave la forma como opera el Estado en el marco del conflicto distributivo y en la determinación de varias variables macroeconómicas: tipo de cambio, tasa de interés nominal, etc.

¿Podemos ceñirnos ahora específicamente a la inflación argentina del período 2007/2010? Dado ese marco general que señala ¿cómo se aplica este al caso argentino?

En el caso Argentino hay varios ingredientes. En primer lugar hay que tener en cuenta que luego de la devaluación los salarios cayeron notablemente. Los precios subieron aproximadamente un 40% y los salarios nominales casi no se movieron, lo que es lógico en un contexto donde prevalecía un 22% de desempleo abierto, más otro tanto de sub-empleo y donde una masa importante de trabajadores se desempeñaban en actividades de mera subsistencia. Si la devaluación brutal sufrida en 2002 hubiera coincidido con alguna resistencia salarial, entiendo que esa historia hubiera terminado en un escenario próximo a la hiperinflació n, como sucedió con el Rodrigazo. El escaso poder de negociación de los trabajadores en ese momento, sin embargo, garantizó una cierta 'paz social' que permitió el despegue subsiguiente.
Sin embargo, era previsible que frente ante una recuperación como la registrada desde 2003, habría fuertes presiones para recuperar el terreno perdido. Así, las condiciones para una inercia inflacionaria ya estaban planteadas desde entonces. A este escenario de por sí inflacionario se sumaron dos ingredientes fundamentales: una suba de los precios internacionales de materias primas y alimentos que coincidió con la política de dólar alto. Dado que la mayoría de las materias primas y alimentos que exportamos son transables en términos internacionales, hubo una presión sobre el nivel de precios que vino por ese lado y alimentó la puja distributiva.
La circunstancia de que la vuelta a la inflación haya coincidido con un período de fuerte crecimiento, ha jugado a favor de la visión ortodoxa que explica el fenómeno inflacionario como un exceso de demanda. Sin embargo, sobre este punto hay por lo menos dos cosas a tener en cuenta:
1) Si uno mira la historia argentina y compara los datos, es fácil comprobar que los episodios inflacionarios rara vez han coincido con períodos de crecimiento. Argentina ha sufrido fuertes procesos inflacionarios con una economía estancada o en franca recesión. Son raras las ocasiones en las cuales la inflación coincidió con el crecimiento.
2) En el período 2007-2010 no se observa ningún indicio de escasez de factores o exceso de demanda de bienes. La inversión privada acompañó el crecimiento del producto y alcanzó los niveles más altos de la historia reciente del país, las escasas estadísticas disponibles (lo escaso en Argentina es todo aquello que provee el Estado) indican que el grado de utilización de la capacidad no se ha desviado de niveles normales, el desempleo abierto sigue rondando el dígito, etc.
3) Todos aquellos que diagnosticaban una inflación por exceso de demanda se han equivocado. Tanto los ortodoxos como Prat Gay o Kiguel hasta presuntos heterodoxos como Frenkel o Curia, argumentaban que bastaba una leve desaceleració n con relación a las tasas de crecimiento del período 2003-2007 para que la inflación se acomodara a niveles internacionales. Sin embargo, con la recesión internacional la tasa de crecimiento pasó del 7 u 8% al -2 ó -3% y la inflación se mantuvo, según distintas fuentes, en el orden del 15%. Lo que sucede es que en Argentina en general no se rinden cuentas por los errores de diagnóstico. Así, los mismos que la pifiaron hace unos meses siguen opinando como voces autorizadas.
En este marco, y siendo la Argentina un país tan conflictivo, no debería sorprendernos la recurrente tendencia a apreciar el tipo de cambio. Hasta ahora, la apreciación cambiaria ha demostrado ser la mejor herramienta para controlar la inflación, por lo menos en economías como la argentina (aunque también funciona en otras muy distintas como la brasilera). Y para muestra basta un botón: la convertibilidad. Sin embargo, no es preciso enumerar las limitaciones de esta 'herramienta' .
La inflación es y seguirá siendo uno de los temas que divide a los economistas. En las economías contemporáneas resulta casi imposible conciliar tres objetivos considerados 'deseables' por casi todas las sociedades: lograr un alto nivel de crecimiento y de empleo, en un contexto de baja inflación, al tiempo que mejora la distribución del ingreso. Los períodos históricos en los cuales estos objetivos fueron realmente satisfechos en forma simultánea, son muy breves y en general se caracterizaron por un fuerte (y a veces pormenorizado) control estatal de la actividad económica. Pero en la generalidad de los casos constituyen un verdadero trilema de la imposibilidad. Cuando dos de esos objetivos son alcanzados, inevitablemente se pierde el tercero.

Ahora: ¿Por qué se dice que el tipo de cambio alto incentiva el conflicto distributivo y la inflación? ¿Por cuáles vías o mecanismos o canales se da esa transmisión? ¿Por qué habrá sido que cuando Alemania o Japón uno con 3 ó 4 marcos por dólar por 30 años y el otro 30 años con un tipo de cambio alto de 300 yenes por dólar se las arreglaron para no tener inflación? ¿Ellos con capitalismo central y nosotros periférico?

Yo no sostuve que un tipo de cambio alto (o bajo) genere inflación.
No veo cómo el nivel de una variable pueda afectar la tasa de variación de otra. Lo que sí podemos decir es que en presencia de una fuerte puja distributiva, un tipo de cambio alto no alivia tensiones. En este punto es imprescindible tener en consideración que en 2002 pasamos del 1x1 al casi 4x1 y los salarios cayeron aproximadamente un 40%. A eso hay que agregarle el dato de que ya desde hacia varios años los asalariados, empleados públicos incluidos, venían sufriendo caídas de salarios nominales. Por ello, cuando se realizan comparaciones con países como Alemania o Japón, también hay que tener en cuenta que cambios de esta magnitud no ocurren. Es decir, los salarios podrán presentar una tendencia declinante, pero nunca vamos a observar que caen un 40% en pocos meses. En un contexto signado por una total debilidad por parte de los trabajadores, como era el caso del año 2002, esta circunstancia pasó 'desapercibida' . Pero era totalmente lógico que frente a una recuperación del nivel de empleo existieran fuertes presiones para recuperar posiciones perdidas.
Yo soy un firme defensor del tipo de cambio alto. Pero una cosa es un tipo de cambio competitivo y estable y otra el típico ciclo stop & go argentino en el cual pasamos de fuertes apreciaciones causadas por la inflación pasada a terribles devaluaciones provocadas por crisis en la balanza de pagos. En ese marco, no sólo asistimos a una alta volatilidad en el tipo de cambio sino también a una alta volatilidad salarial. Por este motivo, es fundamental analizar el punto de partida de este último proceso inflacionario, que está dado por una tremenda devaluación, unida a una fuerte caída salarial, al final de la convertibilidad.
Sin embargo, pese a todas estas aclaraciones, yo no sería tan optimista con respecto a Europa. En la post-guerra efectivamente tuvieron altas tasas de crecimiento, baja inflación y mejoraron la distribución del ingreso. Es decir, consiguieron resolver el trilema. Pero eso no duró para siempre. Desde fines de los 60 hasta el final de los 70 comenzaron a sufrir una creciente tendencia inflacionaria, con índices no tan lejanos a los registrados ahora en el Gobierno K. Lo mismo podemos decir de EE.UU.. Esto se agravó aún más con las subas de precios de las materias primas, fundamentalmente el petróleo, a partir de los años 70. Hoy, la unión mantiene una política monetaria conservadora e impone restricciones fiscales de carácter deflacionarias. De hecho, el euro es hoy por hoy una moneda apreciada. Así, si bien la inflación se mantiene dentro de niveles bajos, esto ocurre al costo de un desempleo abierto superior al dígito y tasas de crecimiento que rondan el 1% anual. Las economías europeas van de mal en peor desde hace décadas y frente a esta crisis no sería sorprendente que algunos países o bien salgan del euro o bien entren a una espiral de deflación y desempleo. Y ojo, todo esto ocurre en economías que no tienen nuestra restricción externa, ya que son mucho más autárquicas, y donde el Estado, se supone, tiene mucho más poder para administrar el conflicto distributivo.

Si tenemos un tipo de cambio proexportador, que neutraliza la restricción externa, que es prosustitutivo de importaciones, que relanzó la actividad, que recuperó recaudación, que consiguió superávit comercial continuo, fiscal hasta 2008 inclusive, acumuló reservas, no hay, creo inflación de origen cambiario, ni fiscal, creo que los agregados monetarios (por ej el programa monetario del 2010) no crecen al mismo ritmo que la inflación, no se ve tanta inflación importada ¿puede ser que las luchas salariales expliquen el 20% de inflación esperada y el terrorista 30% de inflación en alimentos?

Efectivamente, no puede haber inflación cambiaria porque desde 2007 hasta fines de 2008 el tipo de cambio se mantuvo relativamente estable.
Es decir, no sufrimos ningún shock por el lado del tipo de cambio. Y como decíamos antes, no veo cómo el nivel de una variable (tipo de cambio en este caso) podría afectar la tasa de variación de otra (precios). El argumento según el cual se trata de una 'inflación fiscal' también carece del más mínimo sentido.
Ahora bien, no entiendo la referencia a los agregados monetarios. ¿La pregunta pretende sugerir que se trata de una inflación de demanda por 'exceso de emisión'? Repito lo que dije antes: no hay indicios de un exceso generalizado de demanda. La inversión privada respondió muy bien a la suba del producto, los datos disponibles sobre el grado de utilización indican que nos mantenemos en niveles normales, sigue habiendo un alto nivel de desempleo abierto, etc. Por otra parte, si fuera este el caso, ¿Cómo explicamos la inflación sufrida desde fines del 2008 hasta 2010 cuando la economía estuvo en recesión? ¿Vamos a decir que también sufrimos un exceso de demanda? Yo les pediría a quienes diagnostican un exceso de demanda, que ofrezcan alguna prueba a favor del argumento. Hasta ahora no conozco ninguna. La única 'prueba' que ofrecen es la existencia de inflación como si la economía fuera una ciencia exacta y hubiera una única explicación para el fenómeno inflacionario.
Lo que sucede es que la causalidad es inversa. No suben los precios porque crecen los agregados monetarios, crecen los agregados monetarios porque suben los precios. Es decir, la emisión y el crecimiento de los agregados en general simplemente convalidan la inflación. El stock total de moneda es endógeno. Si hubiera algún exceso, en el caso argentino se va al dólar o podría volver al Estado con la compra de títulos públicos. Restringir la circulación no tendría ningún efecto sobre la inflación. En el mejor de los casos crearía una iliquidez totalmente innecesaria. Esto ya lo decía Diamand cuando criticaba las políticas que implementaba Alzogaray en los 60. En 1990, en tiempos de Erman González, nos fuimos a la hiperinflació n aplicando políticas monetarias que pretendían contraer los agregados monetarios. Y no nos olvidemos que la inflación paró cuando se fijó el dólar a un nivel bajo y tranquilizador.
Con respecto a la inflación en alimentos, si no es importada ¿de dónde viene? No nos olvidemos que los alimentos que consume y exporta Argentina son commodities internacionales. O, en el mejor de los casos, si hay alguno que no es transable internacionalmente, disputa la ocupación del suelo con commodities que tienen precios internacionales, por ejemplo, con la soja. Algunos han pretendido explicar la suba de los precios de los alimentos con los típicos argumentos estructuralistas -que se encuentran también en Kalecki y Kaldor cuando hablaban de economías subdesarrolladas- según los cuales habría 'cuellos de botella' en la producción y restricciones sectoriales de oferta. Entiendo que este argumento no tiene sentido. Si se trata de commodities que tienen precios internacionales, los precios locales están atados al mercado mundial. No tiene sentido explicarlos a partir de causas internas, salvo que argentina sea un formador de precios a escala mundial, pero no es este el caso. Hasta 2008, varios países, como Brasil, decidieron restringir la exportación de alimentos para frenar el traslado a los precios locales.

Francia, Alemania, por ej. tienen sindicatos fuertes, "peleadores" , sin embargo tienen inflaciones del 2 o del 3%. ¿Hay especificidades de fuente "capitalista periférica"? ¿Cuáles serían?

En general los países desarrollados tienen varias entidades 'fuertes', no sólo los sindicatos. Sobre todo lo que es fuerte allí es el Estado. Para administrar el conflicto distributivo, no se precisa sólo poder para negociar con sindicatos. Se precisa también, y fundamentalmente, poder para negociar con las empresas, bancos y grupos de presión en general. Y si hay algo que caracteriza al Estado argentino es su debilidad. El ejemplo más transparente es la resistencia a las retenciones agropecuarias. Si una política de consecuencias tan obvias para la inflación y el conflicto distributivo, sufre una resistencia que acaba paralizando el país, no sólo por parte de las asociaciones agrarias, sino también de amplias capas de la clase media, de los medios de comunicación, etc., es claro que es el alto nivel de conflictos el que pone palos en la rueda.
Sin embargo, insisto, no sería tan optimista con relación a Europa. No podemos desconectar los buenos datos de inflación de las noticias sobre desempleo, bajo crecimiento y decadencia creciente que nos llegan de allí. No son cosas desconectadas entre sí. La región modelo hoy es Asia (al menos en cuanto a performance macroeconómica) . Y el país modelo, China. Allí tienen un tipo de cambio competitivo, crecen al 10% anual y la inflación es similar a la norteamericana. Ahora bien, y formulo una pregunta retórica, ¿es imaginable un De Angelis en China?

¿Dado que pasamos de 22 mil millones de exportaciones en 2002 a casi 70 mil en 2008 se puede considerar que la restricción externa está neutralizada, o por lo menos, minimizada?
Y si lo está, ¿está neutralizada en forma sólo transitoria o se puede alentar el optimismo de que se la alejó en forma más o menos permanente? Zaiat ha escrito por ahí que hoy por hoy la situación estructural del mercado cambiario es superavitaria y Curia me ha dado una visión relativamente optimista al respecto. Su opinión.

Yo no sería tan optimista como Curia y Zaiat aunque al menos en la actual coyuntura hay algo de razón en lo que dicen. Entiendo que en este punto hay que distinguir la restricción externa que pensaron los autores estructuralistas tradicionales de aquella que se empezó a sufrir en los años 80. La restricción de la que hablaban Prebisch, Diamand, Canitrot y tantos otros era de carácter esencialmente comercial. Es decir, las exportaciones no crecían lo suficiente como para pagar las importaciones que generaba el proceso de crecimiento. En los 80 apareció una restricción mucho más complicada: las exportaciones debían crecer no sólo para pagar importaciones sino también intereses de la deuda en dólares. En este marco, si se considera que en los últimos años se registró un proceso de desendeudamiento y que la deuda en moneda extranjera representa una porción mucho menor del PBI y sobre todo de las exportaciones, es indudable que la restricción externa se relajó mucho. Ahora bien, nada indica que no pueda volver en Argentina, en el contexto de alguna nueva burbuja financiera, un nuevo proceso de endeudamiento, con una moneda apreciada y déficit comercial. La Argentina vivió experiencias de este tipo a fines de los siglos XIX y XX. Parece ser una tendencia recurrente de nuestro país.
Con respecto a la restricción de tipo comercial, también es verdad que las exportaciones crecieron mucho y que el superávit parece sostenible en los próximos años. Sin embargo, en los últimos años las exportaciones crecieron menos que las importaciones. Por un lado, esto es normal si se piensa que Argentina creció más que la media y hay un efecto ingreso. Por otro, no podemos olvidarnos de que nuestras exportaciones siguen estando muy concentradas en commodities y derivados de commodities. La restricción externa depende mucho del destino de los efectos multiplicador y acelerador de los gastos autónomos. Y en Argentina, al no tener una industria de bienes de capital bien desarrollada, una parte muy grande del efecto acelerador se va en importaciones.

lunes, 21 de junio de 2010

El Mito de la Independencia

En la visión de aquellos que promueven la autarquía del Central, la institución aparece como exenta de intereses particulares. Esa supuesta asepsia lleva a los directores del organismo a tomar decisiones de política económica, pese a no haber sido elegidos por la voluntad popular.

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Coordinación imprescindible

Por Edgardo Torija Zane *

En el debate institucional sobre el diseño óptimo de la política monetaria se destacan dos posiciones. La primera concibe a la política del Banco Central como integrante de la política económica del Estado, entendida como la acción general de gobierno para perseguir el bienestar de la sociedad. El economista post-keynesiano Paul Samuelson sostuvo que "contrariamente a la opinión de un buen número de economistas contemporáneos (y a mis propias ideas anteriores), pienso que las políticas monetarias y de crédito ofrecen vastas posibilidades para estimular, estabilizar o enfriar una economía moderna". Esta concepción ambiciosa de la política monetaria no se reduce a establecer un ancla nominal que asegure la estabilidad de precios. El Estado delegará en el Banco Central la responsabilidad en la administración de la moneda, asignándole objetivos y precisando el alcance de su misión. La política monetaria integra la lógica de la política económica, pero la primera por sí misma no determina sus objetivos.

En esta dirección, la ley japonesa dispone que el Banco de Japón deberá "establecer siempre un diálogo estrecho con el gobierno y proceder a un intercambio de visiones suficiente con él". El Banco Popular de China es otra institución que, a pesar de funcionar autónomamente, debe regularmente rendir cuentas al Consejo de Estado. En India, el Banco de Reserva administra y regula el sistema financiero determinando cada año –junto con el Poder Ejecutivo– la política en materia de crédito, de tasas de interés, no solamente en función de mantener la estabilidad de la moneda sino también de asegurar condiciones favorables al financiamiento del sector público. En Estados Unidos, el marco institucional de la política monetaria señala a la Reserva Federal el objetivo de empleo máximo, la estabilidad de precios y el mantenimiento de tasas de interés de largo plazo moderadas.

La segunda posición recomienda que el Banco Central funcione como una institución autárquica e independiente del Poder Ejecutivo con el único objetivo de mantener la estabilidad de los precios. La versión más conservadora de esta doctrina supone que el Banco Central preservará a la sociedad de los "abusos" del poder político que financiaría sus gastos con recursos proporcionados por la autoridad monetaria, evitando así otras alternativas menos populares, como el aumento de impuestos o el endeudamiento. Considera al Poder Ejecutivo como un actor oportunista alejado de los intereses de la sociedad, mientras que la institución monetaria aparece como exenta de intereses particulares y fiel garante de la estabilidad. La intensificación del proceso de globalización y la importancia creciente del rol de los mercados financieros a partir de la década de 1970 condujo a una mayor aceptación de este criterio, exigiéndole al Banco Central transparencia en materia operacional, para que sus políticas fueran previsibles para los mercados. El marco institucional del Banco Central Europeo (BCE) fue inicialmente determinado según este paradigma.

En esta visión extrema de la independencia del ente monetario puede estar el germen de un debilitamiento del sistema democrático, ya que los directores de la entidad toman decisiones de política económica sin tener representatividad popular. Por otra parte, esta visión puede conducir a "equilibrios macroeconómicos sub-óptimos". Podría ocurrir que el Poder Ejecutivo determinara una política fiscal expansiva para lograr un objetivo de crecimiento y que, ante el temor de un alza de la inflación, el Banco Central aumentara las tasas de interés para frenar el gasto privado y la presión inflacionaria. Esta política del banco central podrá a su vez incitar al Poder Ejecutivo a decidir un aumento aún mayor del gasto para paliar los efectos de una mayor carga de intereses. Se genera así una espiral en que ambos entes insisten en decisiones del mismo contenido. La observación empírica sugiere que los bancos centrales de mayor autonomía consiguen una tasa de inflación inferior a costa de un menor crecimiento del producto.

Con la crisis financiera iniciada en 2007, ha perdido terreno la idea de una separación entre el ámbito decisorio de las políticas fiscales y monetarias. Tanto en la Zona Euro, cuyo Banco Central sigue la tradición conservadora del Bundesbank alemán, como en los Estados Unidos, las autoridades monetarias adoptaron recientemente un criterio más pragmático para evitar una trayectoria explosiva de la deuda pública, reduciendo notablemente las tasas de interés mientras los gobiernos ponían en práctica planes de estímulo fiscal. Ello muestra un grado importante de cooperación entre ambos estamentos. Dentro de un plan de salvaguarda decidido por los países de la UE, en mayo el BCE comenzó a comprar deuda soberana en los mercados secundarios para estabilizar la prima de riesgo de las obligaciones de países en dificultades (especialmente Grecia) dando cuenta de la necesaria existencia de cierta unidad de concepción para evitar que un país llegue a la bancarrota arrastrado por la sanción de los mercados.

* Doctor en Economía y docente de la Universidad de París Dauphine.


Fórmula en debate

Por Emmanuel Agis *

Luego del conflictivo cambio de autoridades acontecido en el Banco Central, el debate actual gira en torno del llamado Programa Monetario. La agresiva política fiscal contracíclica encarada por el Gobierno para enfrentar la crisis internacional y la ausencia de fuentes de financiación echan un manto de duda sobre el cumplimiento de las metas cuantitativas que impone el Programa.

Para intentar dilucidar cuáles son los fundamentos teóricos y políticos del Programa Monetario nos serviremos de una de las más conocidas identidades utilizadas en economía: M.V=P.T, donde M representa la cantidad de dinero en circulación, V su velocidad, P el nivel general de precios y T la cantidad total de transacciones de la economía (los puntos representan multiplicaciones). Su significado es muy simple: la cantidad de dinero que circula en una economía (M) multiplicada por su velocidad promedio (V, es decir, cuántas veces un mismo billete pasa de mano en mano) es necesariamente igual al producto entre el nivel general de precios (P) y la cantidad de transacciones que se realizan en la economía (T). El Programa Monetario establece que la principal responsabilidad del Central es controlar la cantidad de dinero.

El Programa Monetario es el fiel reflejo de una forma particular de entender la economía, conocido como monetarismo. Según esta teoría, T se encuentra siempre determinado por fuerzas reales (es decir, no-monetarias). En particular, la mano invisible del mercado se encarga de que el nivel de T sea compatible con el pleno empleo de la fuerza de trabajo y del capital. Además, el monetarismo supone que V cambia lentamente a lo largo del tiempo. Por lo tanto, la única función del Banco Central es la de controlar M. ¿Para qué? Para evitar que el excesivo crecimiento de M (emisión) se traduzca en un excesivo crecimiento de P (inflación). Es decir, si V no cambia y la mano invisible determina T, tendríamos que M=P. El corolario que surge ayuda a comprender la coyuntura actual: la falta de control por parte de las nuevas autoridades del Central sobre la cantidad de dinero en circulación explicarían el incremento del nivel general de precios. La inflación sería siempre un fenómeno monetario, generado por la excesiva emisión monetaria.

Pero existe una interpretación alternativa de esta identidad que invierte el razonamiento. Según esta teoría, P es el resultado de la puja distributiva entre capitalistas y trabajadores. En particular, podríamos reescribir la anterior identidad de la siguiente manera: M.V=(1+G).W.L, donde el miembro de la derecha se reemplaza por una expresión equivalente, que dice que el nivel general de precios se determina como un margen G que es aplicado por sobre los costos medios laborales de la economía (W.L), entre los cuales se destaca principalmente el salario nominal W. De esta manera es posible observar que la igualdad no está libre de contradicciones: mientras que W y G luchan desde un lado, M puede querer al mismo tiempo ser controlado por el Banco Central. Lo importante de esta interpretación es que obliga a hacer explícitas cuáles son las intenciones de los que pregonan por el cumplimiento de la meta sobre M. Si P crece muy rápido, es evidente que la meta sobre M sólo puede ser alcanzada bajando G o bajando W. ¿Qué debe bajar el Central? ¿Los salarios nominales W o el margen de las firmas G? Para esta (nuestra) visión, la inflación es siempre un fenómeno distributivo.

Lo paradójico de la discusión es que la experiencia mundial indica que las metas cuantitativas son una pésima herramienta para gestionar la política monetaria. Siguiendo los consejos de Milton Friedman (el padre del monetarismo) la Reserva Federal siguió este tipo de política entre 1974 y 1982. El absoluto fracaso del enfoque llevó rápidamente a su abandono, no sólo en Estados Unidos sino también en la mayoría de los países desarrollados. La creciente inestabilidad de la velocidad de circulación sumada a la volatilidad de la demanda de dinero hizo evidente la imposibilidad de controlar M. Así, el principal instrumento de política monetaria de los bancos centrales pasó a ser la tasa de interés.

Lo anterior no quita que en tiempos de "tranquilidad" el Banco Central pueda alcanzar algún objetivo sobre M. Sin embargo ¿no deberían esos objetivos ser definidos en base a las necesidades específicas de la economía en cuestión? Aún más, dado que el control de los agregados monetarios es prácticamente una quijotada, sería más adecuado replantear los objetivos y las herramientas de la política monetaria en base a la clara evidencia en contrario que proporciona el mundo, abandonando el intento espurio de controlar M. Para muestra, basta un botón: en 1983 le preguntaron al entonces presidente del Banco Central de Canadá Gerald Bouey por qué había abandonado el control de M. Su respuesta fue contundente. Dijo: "Nosotros no abandonamos M, M nos abandonó a nosotros".

* Economista (Fceuba). Coordinador del Departamento de Política Económica de la Sociedad Internacional para el Desarrollo-Capítulo Buenos Aires (SID-Baires). Investigador del Cenda.

“Dudosa contribución”

Nos parece interesante la nota Leandro Serino* sobre la contribución del financiamiento externo en el desarrollo económico. El autor sostiene que, en base a la experiencia reciente, en la Argentina el financiamiento externo no ha impulsado la inversión ni la sostenibilidad de los procesos de desarrollo económico.

Pueden acceder a la nota mediante este link.

Fuente: Suplemento CASH de Página 12.


* Investigador, docente UNGS y economista de AEDA.